Salmos 34 - Biblia Septuaginta al Español1 Juzga, Señor, a los que me agravian; combate a los que me combaten; 2 coge armas y broquel, y levántate en auxilio para mí; 3 desenvaina espada y cierra en frente de los que me persiguen; di a mi alma: «Salud tuya yo soy». 4 Ruborícense y confúndanse los que buscan a mi alma; 5 retrocedan y ruborícense, los que trazan contra mí lo malo. 6 Háganse así como polvo a la faz del viento; y un ángel del Señor atribulándolos, hágase su camino tinieblas y resbalamiento, y un ángel del Señor persiguiéndolos. 7 Porque sin causa me ocultaron perdición de su lazo; gratuitamente oprobiaron a mi alma. 8 Venga a ellos lazo que no conocen; y el armadijo que escondieron, cójales; y en el lazo caerán —en él. 9 Pero mi alma se alborozará en el Señor; gozaráse en la salud de él. 10 Todos mis huesos dirán: «Señor ¿quién semejante a ti? que libras al indigente de mano de los más fuertes que él, y al indigente y pobre de los que le despojan?» 11 Levantándose testigos inicuos, lo que no sabía me interrogaban; 12 retribuían lo malo por hermoso, y orfandad para mi alma. 13 Yo, empero, al molestarme ellos, vestíame saco, y humillaba en ayuno mi alma; y mi oración a mi seno retornará(a) . 14 Como a pariente, como a hermano nuestro, así complacía(b) yo; como llorando y contristado, así me humillaba. 15 Y contra mí se alegraron y juntaron, juntáronse sobre mí flagelos y yo no sabía; dispersáronse, pero no se compungieron; 16 tentáronme; escarneciéronme con escarnio; rechinaron sobre mí sus dientes. 17 Señor ¿cuándo mirarás? Restituye mi alma de las maldades de ellos; de leones mi única(c) . 18 Te confesaré en congregación mucha; en pueblo grave(d) te alabaré. 19 No se regocijen de mí los que me odian gratuitamente; los que me aborrecen sin causa y guiñan de ojos. 20 Pues a mí ciertamente pacíficos hablaban, y en ira, dolos meditaban; 21 y ensancharon sobre mí su boca, dijeron: «¡Bien! ¡bien! han visto nuestros ojos»(e) . 22 Has visto, Señor; no enmudezcas; Señor, no te apartes de mí. |
Natalio Fernández Marcos y María Victoria Spottorno Díaz © Traductores