El Señor que santifica.
Dios aparta un pueblo escogido, santo para Dios, un real sacerdocio, un pueblo propio. Él limpia nuestro pecado y nos ayuda a madurar.
Éxodo 31:12-13; 1 Pedro 1:15-16; Hebreos 13:12; 1 Tesalonicenses 5:23-24.
Se conoce también como Yahvéh-Mekaddesh. Nosotros hemos sido apartados, hechos santos y redimidos por la sangre de Jesucristo, nuestro Jehová-Mekaddesh. Por lo tanto, debemos continuar viviendo una vida santa y que agrade a Dios (1 Pedro 1:13-25). La santidad no es algo que debemos lograr por nuestros propios esfuerzos. La santidad es un estado que ya está creado y dado por Dios. El pueblo de Dios es llamado a mantener la santidad que él ya ha conferido sobre ellos por medio de su gracia en promesa y redención. El énfasis de estos versículos es: “Vive de manera diferente porque yo te he hecho diferente. Sé lo que eres.” Levíticos 20:7-8 Dios aparta un pueblo escogido, santo para Dios, un real sacerdocio, un pueblo propio. Él limpia nuestro pecado y nos ayuda a madurar.