Jesús es nuestra fuente inagotable de vida.
Jesús es nuestro vínculo con el origen de la vida. Al ser Dios, Él tiene vida en sí mismo. Al hacerse hombre, Él transmite esa vida a todos los que creen en Él. Jesús acercándose más a la propia realidad de sus discípulos, les hace ver que Él mismo es la vid y ellos los sarmientos; a los sarmientos les es absolutamente indispensable permanecer unidos a la vid, si quieren tener vida y frutos. Ya que el sarmiento no puede llevar fruto alguno por sí mismo separado de la vid.
Juan 15:1.
Renuevo.